Escuchando el silencio de la soledad y solamente me dejo acompañar de los ladridos de los perros que ladran como si quisieran hacer sentir su presencia, aquellas ultimas voces de aquellas personas que aun quedan en la plaza central, es espectacular sentir esta tranquilidad, paz y quietud en donde reina la oscuridad de la noche, también llega a mi pensar todas aquellas historias que mi abuelo y compañeros de infancia solíamos compartir tales como la historia del coche sin cabeza, el tenebroso canto de la llorona, el duende o sombrerón como algunos lo conocen, es triste que este tipo de relatos se vayan perdiendo con el tiempo, así como también es triste ya no escuchar a aquel grito de las lechuzas, que cuando alguien la escuchaba inmediatamente la empezaba a maltratar porque se creía que traía mala suerte, al recordar esto me gustaria volver a vivirlo por lo que solamente doy un suspiro para aliviar mi alma que se inunda de tristeza al ver que como se va perdiendo cosas maravillosas con el tiempo...
Mi ceiba querida y majestuosa en donde tantas veces cuando era patojito me reunía con mis amigos a jugar encanto, tiña, a correr, a saltar, a jugar de caballitos en donde invitavamos a nuestra imaginación a salir a volar muy lejos, al contar los hermosos momentos que pase debajo de tu gloriosa sombra solo quedan suspiros que salen de mi alma.Ya solo me queda ver como los niños corren felices con esa sonrisa de felicidad que queda marcada en sus bocas, de esa inocencia que tienen los niños, niños que no conocen la realidad de la vida en Guatemala, es una maravilla ser niño y seria un honor volverlo a hacer, pero por las leyes de la vida solo una vez lo podemos ser. Ya que ser niño es lo mejor que se puede ser.
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